noviembre 02, 2010

A PAOLA TIZIANA por MIRIAM RODRIGUEZ*


Este 29 de junio fueron ya 9 años que no te tengo a mi lado Paola Tiziana, hija de mi alma. Siempre te llevo en mi mente y mi corazón. El destino tiene mucha más fantasía que nosotros, justamente cuando crees encontrarte en una situación que no tiene escapatoria, cuando llegas al ápice de la desesperación, con la velocidad de una ráfaga de viento cambia todo, queda patas arriba, y de un momento a otro te encuentras viviendo una nueva vida. La felicidad siempre tiene un objeto, somos felices por algo, es un sentimiento cuya existencia depende de lo exterior. La alegría en cambio, no tiene objeto. Te posee sin ningún motivo aparente, en su ausencia se parece al sol: arde gracias a la combustión de su propio corazón.  Entre nuestro alma y nuestro cuerpo hay muchas pequeñas ventanas y a través de éstas si están abiertas, pasan las emociones, si están entornadas, se cuelan las penas. Tan sólo el amor puede abrirlas de par en par a todas y de golpe, como una ráfaga de viento. Sólo el dolor hace crecer, pero al dolor hay que enfrentarlo directamente; quien se escabulle o se compadece está destinado a perder. El amor no conviene a los perezosos, para existir en plenitud exige gastos fuertes y precisos. La comprensión exige silencio.
 Tenía una hija y la he perdido. Murió ahogándose en el mar. Tengo presente aquel domingo infernal como la película de un filme, sólo que en vez de moverse en el proyector está clavada en la pared. Sé de memoria la secuencia de las escenas, y conozco cada escena detalladamente. Nada se me escapa, todo late en mis pensamientos cuando estoy despierta  y cuando duermo. Seguirá latiendo incluso después de mi muerte. Estos días me embarga un gran mal humor. no lo ha desencadenado ninguna cosa en particular; el cuerpo es así, tiene sus equilibrios internos y cualquier cosa, aun ínfima es suficiente para alterarlos. La muerte te llevó, cuando te tomé en mis brazos eras ligera, frágil, estabas fría. Te acaricié un poco antes de cerrar tu ataúd. Quería darte un poco de calor, ya no tenía energía para nada, en aquel momento cuando te enterraba sólo dije:

Señor acoge a ésta pequeñísima vida como has acogido a todas las demás. Gracias Padre Santo por habérmela prestado esos 10 años de su vida, tú me la prestaste y aquí te la devuelvo con ese mismo amor señor así te la devuelvo”.
  
Ya no quiero llorar, es cierto que te marchaste antes que yo, pero aunque ya no estés vives en mi mente y mi memoria con bellos recuerdos; veo los árboles, el sol, la luna y las estrellas, toda la naturaleza en sí y acuden a mi mente todos los momentos felices que pasamos juntas. Lo mismo ocurre cuando nos sentamos todos juntos a la mesa y preparo ciertos alimentos, te veo allí a la mesa degustando la comida que tanto te gustaba, sonriente con esa carita picara pero al a vez angelical que sólo tú tenías.
Hoy me pregunto Paola Tiziana ¿dónde estás? allá lejos con las estrellas, mientras yo escribo, aquí en silencio, sentada, probablemente estés aquí a mi lado leyendo estos pequeños pensamientos locos, que tengo hacia ti, pero sinceros, que nacen del amor tan grande que guardo en mi corazón. Nuestros hijos no son nuestros hijos, son los hijos y las hijas de la llamada de la vida a sí  misma. Vienen a través nuestro, pero no de nosotros y aunque estén con nosotros, no nos pertenecen. Podemos darles nuestro amor, pero no nuestros pensamientos, porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podemos abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la mansión del mañana, que nosotros no podemos visitar ni siquiera en sueños. Podemos esforzarnos en ser como ellos, pero no intentemos hacerlos a ellos como a nosotros, ya que la vida no retrocede, ne se detiene en el ayer.
Recordemos lo que nos dijo Jesús de Nazareth: NO ENTRARÁS EN EL REINO DE LOS CIELOS HASTA QUE NO TE CONVIERTAS EN UN NIÑO.
Por favor todos los 29 de Junio haz una oración por el eterno descanso de mi hija PAOLA TIZIANA.
  
*Miriam Rodriguez, nacida en Guatemala, reside actualmente en Italia, sufrió en su vida lo antinatural, lo inexplicable. Los padres no estamos en el mundo para enterrar a nuestros hijos Son ellos los que deben continuar el sendero. No debe existir un dolor equiparable a una pérdida semejante. En la figura de Miriam acompañamos a todos aquellos quienes hayan sufrido tamaña desgracia.

La imagen que acompaña este post fue enviada al titular de este blog a su dirección de mail, por la autora de esta nota.                             

1 comentario:

Miriam Beatrìz dijo...

GRACIAS, MIL GRACIAS DANY POR HABERME PERMITIDO PUBLICAR ESTO QUE DE TANTO TIEMPO LO TENIA GUARDADO ESPERANDO UN MOMENTO COMO ESTE PARA PUBLICARLO, LO ESCRIBI CON AMOR Y DOLOR DE MADRE, ESPERO SIRVA DE CONSUELO A OTRAS MADRES QUE POR ALGUNA RAZòN PASAN POR LO MISMO.