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enero 31, 2011

y si mañana... por Daniel Najnsztejn



y si mañana
dijeras que me amas
sin importarte
nadie ni nada

y si mañana
fuéramos
Eurídice y Orfeo
Galatea y Pigmalión
o simplemente
nosotros

y si mañana
tu boca y la mía
se encontraran
bebiendo
el dulce sabor
de nuestros besos

y si mañana
nuestros cuerpos
al unísono
vibraran
en una frenética
danza

y si mañana
nos despertáramos
abrazados
sabiéndonos serenos
protegidos
teniéndonos

y si mañana
los relojes
se detuvieran
para poder amarnos
más allá del tiempo

y si mañana
nos sumergiéramos
en nuestro mar
de placer inmenso
inconmensurable

y si mañana
fuéramos
solo uno
fusión
roca
piedra

y si mañana
como aquellos
en Teruel
muriéramos juntos
perpetuando
una pasión
que no se explica
que no se entiende
que se siente

Imagen: Amantes de Nicoletta Tomas Caravia

mayo 08, 2010

los amantes

Harux y Harix han decidido no levantarse más de la cama: se aman locamente, y no pueden alejarse el uno del otro más de sesenta, setenta centímetros. Así que lo mejor es quedarse en la cama, lejos de los llamados del mundo. Está todavía el teléfono, en la mesa de luz, que a veces suena interrumpiendo sus abrazos: son los parientes que llaman para saber si todo anda bien. Pero también estas llamadas telefónicas familiares se hacen cada vez más raras y lacónicas. Los amantes se levantan solamente para ir al baño, y no siempre; la cama está toda desarreglada, las sábanas gastadas, pero ellos no se dan cuenta, cada uno inmerso en la ola azul de los ojos del otro, sus miembros místicamente entrelazados. La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se habían provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos. Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo meñique, se beben el uno al otro la sangre; después, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando despiertan. Han perdido la cuenta de los días y de las horas. No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor está más allá de las convenciones.