febrero 18, 2011

El final por Daniel Najnsztejn


Fue un largo viaje, por momentos agotador. ¿Valió la pena? La respuesta la debe dar el protagonista de nuestra historia, al que llamaremos X, pero no está dispuesto a hablar. Al menos por ahora. Lo que sabemos, es que X tuvo que atravesar un sinfín de tropiezos a lo largo del camino. Hubieron bajos y altos, valles, mares, rocas, tormentas, todo lo que ustedes puedan imaginar. Por supuesto que existieron detenciones placenteras, como aquellas de la estación Alegría y la siguiente estación Felicidad. ¡Qué bien que se sentía nuestro hombre allí! No quería irse. Pero el viaje es así. Las paradas nunca son el punto de llegada. Son transitorias, efímeras a veces. Cuando ya nos estamos acostumbrando, hay que seguir andando. Y en ese andar X atravesó las estaciones Dolor, Llanto, Amargura, Tristeza. ¡Quién no ha pasado por ellas! Nadie quiere bajarse ahí, pero no hay alternativa. En ellas vio la muerte en sus dos vertientes, aquella natural, irremediable y la del costado más perverso, producto del odio entre los seres humanos. Algo que no podía soportar y por ello quería apurar su viaje. Lamentablemente algunos deben permanecer más tiempo que el debido en dichas estaciones y hacen del trayecto una pesada carga. Otros terminan lo antes posible con sus trámites y escapan, prometiendo no volver. ¡Ilusos! No saben que no van a poder hacerlo. Que la vida una y otra vez nos vuelve a esas estaciones del desagrado. Que atravesarlas es parte ineludible del viaje. Que ellas nos buscan y siempre terminan encontrándonos. Pero como la moneda, el andar nos muestra sus dos caras y es así que arriba nuestro héroe, X, a la estación Amor, a quienes todos quieren llegar, pero a veces equivocan el camino. Nuestro protagonista estuvo allí, fue, salió, volvió, una y otra vez, como no convencido de lo que encontraba. Y es en este último tramo de su aventura que X vuelve a toparse con ella. ¡Pero qué lástima, el viaje se acaba!
La estación terminal está a la vista. Ya no puede haber negativas. No se puede retroceder. Hay que bajar. El viaje terminó. Desde que emprendió el camino sabía que esto iba a pasar.
¡Justo ahora! – se dijo. 

7 comentarios:

Miriam Beatrìz dijo...

Nuestros viajes llegan a su fin,pero bueno yo esta vez te invito a ti (persona X)a que tomemos el tren el dia de mañana y veras que talvez esta vez puedas bajar en la estación de la alegria, en la estación de la amistad y veras como sera todo distinto.te dejo una tarjetita con mis datos y asi me confirmas mas tarde si vendras y a que hora asi estare esperandote y veras que hermoso viaje compartiremos.

dany dijo...

Le haré llegar a X tu invitacion. Gracias

Gabriela Szuster (Gamyr) dijo...

La vida es un viaje con varias estaciones. Es cierto señor X, pero usted no puede saber cual es la última. La vida es una caja de sorpresas. Le dejo un beso grande.

Daniel dijo...

Cuando emprendemos el viaje sabemos de antemano que tendra un final y cuando llegamos a la estacion terminal nos damos cuenta. Pero la determinacion la tiene el señor X

Gabriela Szuster (Gamyr) dijo...

Si tiene la determinación de que sea la última estación deberia convencerlo que no hay que bajar los brazos NUNCA. A pesar de todo, vale la pena seguir este viaje!

Marina Judith Landau dijo...

... y comenzó un nuevo viaje pasando por muchas estaciones, algunas eran las mismas pero él ya no las recordaba.
Muy buen relato, me encantó, y mientras leía veía el videoclip en mi cabeza.
Un abrazo.

dany dijo...

Muy agradecido por tu comentario y veremos si el señor X se decide a hablar