mayo 08, 2010

un hombre normal (versión corregida y aumentada)


LUCIANO LERMAN era un hombre común y normal  -o al menos eso creía-, al que parió Lucia, una madre normal en un parto muy normal en un hospital como todos los hospitales normales. Tomó leche de una teta normal. Tenía un padre Lisandro, ni muy estricto ni muy permisivo, normal y sus hermanos Lucas y Lina bastante normales. Fue un niño normal con infancia normal, queloscumplasfeliz normal, fiebre normal, cuidadoconlahamaca normal. De adolescente se masturbaba de manera normal, fumaba porro normal, aspiraba normal y tuvo como todos los normales a una novia normal como  Laurita, que pasó por un aborto normal en un sanatorio normal. Le gustaban las milanesasconpapasfritas normales y el flancondulcedeleche normal. Al llegar a los treinta se casó con Linda, una mujer ni muy linda ni muy fea, ni muy alta ni muy baja, ni muy gorda ni muy flaca, normal , en una ceremonia nada especial, común, una cualquiera, normal, bendecida por un rabino ni reformista ni ortodoxo, ni conservador ni progresista, normal, en un templo ni antiguo ni moderno, normal.  Un trabajo monótono, aburrido, normal, al que iba vestido con traje, camisa, corbata, zapatos, todos normales. Un sueldo de esos llamados normales que le permitía a LUCIANO LERMAN seguir con un una vida normal. Una casa ni muy grande ni muy chica, ni muy luminosa ni muy oscura, normal, en un barrio absolutamente normal con vecinos todos grises, normales. Sus hijos Lautaro y Lucy ni muy  brillantes ni muy tontos, ni muy vagos ni muy activos, normales. Los amigos ni divertidos ni aburridos, normales.  Hacía el amor con Linda como una obligación normal  -en las posturas normales- de un esposo normal a su mujer normal, casi con indiferencia. Su amante Lucrecia (la esposa de Lucas), nada de bares, ni salidas, cumplía el rol de amante normal, unavezalasemana después del trabajo, con pasión normal.  Visitaba a Lily, una puta ni muy puta ni muy santa, normal, que vendía sus servicios en un prostíbulo ni muy lúgubre ni muy alegre, un prostíbulo normal, a la que pagaba de manera normal por su servicio común, ordinario, de esos que Lily odiaba de tan normales que eran.

Un día LUCIANO LERMAN se cansó. Todavía resuenan en  Lucía, Lisandro, Lucas, Lina, Laurita, Linda, Lautaro, Lucy, Lucrecia y Lily aquel grito de LUCIANO LERMAN:

¡VAYANSE TODOS A LA MIERDA!

No lo entendieron. ¡Cómo iban a entenderlo si sólo eran normales!. 
De LUCIANO LERMAN nadie sabe el paradero.

Daniel Najnsztejn

los amantes

Harux y Harix han decidido no levantarse más de la cama: se aman locamente, y no pueden alejarse el uno del otro más de sesenta, setenta centímetros. Así que lo mejor es quedarse en la cama, lejos de los llamados del mundo. Está todavía el teléfono, en la mesa de luz, que a veces suena interrumpiendo sus abrazos: son los parientes que llaman para saber si todo anda bien. Pero también estas llamadas telefónicas familiares se hacen cada vez más raras y lacónicas. Los amantes se levantan solamente para ir al baño, y no siempre; la cama está toda desarreglada, las sábanas gastadas, pero ellos no se dan cuenta, cada uno inmerso en la ola azul de los ojos del otro, sus miembros místicamente entrelazados. La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se habían provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos. Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo meñique, se beben el uno al otro la sangre; después, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando despiertan. Han perdido la cuenta de los días y de las horas. No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor está más allá de las convenciones.


mayo 07, 2010

«caperucita roja» que se nos fue


¡Ah, si volvieras!... ¡Cómo te extrañan mis hermanos!
La casa es un desquicio: ya no está la hacendosa
muchacha de otros tiempos. ¡Eras la habilidosa
que todo lo sabías hacer con esas manos...!
              
El menor de los chicos, ¡pobrecito!, te llama
recordándote siempre lo que le prometieras,
para que le des algo... Y a veces -¡si lo oyeras!-
para que como entonces le prepares la cama.
              
¡Como entonces! ¿Entiendes? ¡Ah, desde que te fuiste,
en la casita nuestra todo el mundo anda triste!
y temo que los viejos enfermen, ¡pobres viejos!
              
Mi madre disimula, pero a escondidas llora
con el supersticioso temor de verte lejos...
Caperucita roja, ¿dónde estarás ahora?


mayo 06, 2010

tu Dios no es el mío





Tu Dios no es el mío,
el tuyo pide pleitesía,
adoración, obligación,
atención, oración
y hasta sacrificio.
El mío solo amor,
sin circunstancias
que lo limiten ,
ni condiciones
para regalarlo.
El tuyo tiene historia,
pasado, presente,
futuro, rostro,
vida, muerte
y resurrección.
El mío es eterno,
dueño sin ser amo,
omnipresente y fiel,
amigo sin pedirme nada
y nunca ha muerto.
Tu Dios no es el mío,
hay razones que lo separan
y acciones que los limitan,
y mientras tú te afanas por él
sin temores existo para el mío. 
Jose Rafael Hernandez Pereira

fabricante de mentiras









El era un fabricante de mentiras,
Tenía las historias de cartón.
Su vida era una fábula de lata,
Sus ojos eran luces de neón.
Y nunca tengas fe,
Que sus mentiras pueden traer dolor.

Ella era un típica inocente,
Zapatos, negros, medias de algodón,
Que sólo era feliz en el colegio,
Que nunca tuvo en su piel amor.
Inútil es decir
Que lo que le dijeron lo creyó.

Que raro saber el fin de nuestra historia,
Algunos lo podrán imaginar,
La niña que sin pena y sin gloria
Perdió sus medias y su castidad.

Preciso es condenar al que se burla de nuestra moral
Pero hay algo que no se puede explicar
¿Por que la niña ríe en ves de llorar?



mayo 05, 2010

Haroldo Conti (34 años de su secuestro)


El 5 de mayo de 1976, cuando se cumplían 158 años del nacimiento de Carlos Marx y 161 de la muerte de Napoleón Bonaparte, un grupo del batallón 601 montó una trampa en la casita que el escritor Haroldo Conti tenía en la esquina de Fitz Roy y Humbolt, en pleno Villa Crespo. Los del 601 eran los de Inteligencia y el genial Conti, en esa oportunidad, no era más que un conejo al que los inteligentes cazarían para alimentar la máquina del terror. Marta Scavac, su compañera, estaba con él esa madrugada y dio testimonio de la salvajada: "Apenas entramos, unos diez hombres estrafalariamente vestidos con vinchas, gorras y ropas raras, se nos vino encima. Inmediatamente me ataron las manos detrás de la espalda y me cubrieron, con ropa, la cara y la cabeza. Escucho que hacen lo mismo con Haroldo; aunque él se resiste, no es fácil reducirlo, es muy fuerte, pero le dicen que se quede quieto por el pibe, se referían al bebito (Ernesto, hoy un periodista de 32 años). "Señora, ¿cómo una mujer de su clase se metió en esto?" le preguntó uno de los inteligentes. "Le pedí que me explicara quiénes eran, qué querían. Me respondió que estábamos en guerra" dijo Marta. "O nosotros los matamos o ustedes nos matan a nosotros" contestó el inteligente. "Escucho que sigue rompiendo papeles. Le suplico que no rompa el cuento que Haroldo estaba escribiendo. Después comprobé que dejó la máquina de escribir de Haroldo, junto al borrador del cuento, intacto. Quedó sólo eso sin romper como un símbolo en medio de la casa revuelta, como sacudida por un terremoto" recuerda su compañera años después (revista Crisis, abril de 1986). "Comenzó a molestarse cuanto me preguntó por qué había viajado a Cuba con Haroldo. Le dije el motivo, que Haroldo había sido jurado de novela de Casa de las Américas".
 
Conti estaba por cumplir 41: había nacido el día de la Patria, un 25 de mayo, en un pueblo de la Pampa tranquila, Chacabuco, donde había ejercido como maestro rural, actor y director de teatro. También fue comerciante y piloto de aviones, aficionado a la pesca y profesor de filosofía. Pero antes de cumplir los 30 se reveló como novelista: con Alrededor de la jaula ganó un premio de la Universidad de Veracruz, y luego ganó el premio de la revista Life y el premio Municipal de Buenos Aires. Pero fue con Mascaró, el cazador americano, que obtuvo su mayor reconocimiento: el Premio Casa de las Américas, cuya primera edición se hizo en Cuba en 1959, el año de la revolución. En ese 1975, cuando la Triple A organizaba sus ataques desde sedes policiales y de gobierno, los inteligentes ya observaban a Conti. La Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense tenía una división literaria destinada a espiar a personas como Conti. Según el legajo 2516 de los inteligentes, Mascaró "propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos o sociales marxistas tendientes a derogar los principios sustentados en nuestra Constitución Nacional". Las actitudes del escritor –que se desprenden de la trama de la novela– son calificadas como apologéticas, respecto de los revolucionarios y guerrilleros, y como críticas o negativas, respecto de la represión, de la tortura indiscriminada y de la Iglesia Católica. Para demostrar que Mascaró había sido leído por algún entendido, el legajo señala que Mascaró "presenta un elevado nivel técnico y literario" y que Conti "luce una imaginación compleja y sumamente simbólica".

racismo


Dijo el hombre blanco al hombre negro:

“Tu casa es mi caza”



Daniel Najnsztejn

el rostro de un poeta triste


He visto el rostro
de un poeta triste
desandar los caminos
de su musa,
taciturno y callado
con el alma en vilo
recuerda el adiós..
en el día aquel
de su morir en vida.

Equipaje pesado
es su maleta de años
y de incumplidos sueños.
Sus pasos arrastra,
sus alas se han caído.
Cabizbajo se sienta
en el bar de la playa
mientras oye las notas
de un acordeón amigo.

Un trago de jerez
y su canoso perro
fieles compañeros
de sus días,
con lágrimas en los ojos
hoy evoca a aquella
que le amó más
que a su vida,
.....la de tiernas caricias,
aquella mujer-niña de
risas cantarinas.

El pasado saluda su tristeza
en esta hora,
las lágrimas se
secaron ya no llora...
sólo de él queda
la deambulante congoja
y un suspiro.

Noche tras noche las olas
llevan su lamento..
y entre murmullos quedos..
repite su historia,
una y otra vez,...
eternamente.



Tibisay América